Quienes me conocen saben que soy bastante intensa con no tener diferencias de genero y mas desde que convertí en mamá. Sueño con que los niños puedan usar el arcoiris entero de colores en su ropa, con llegar a un almacén y que no me pregunten: ¿es para niño o niña?, con llegar a una piñata y que todas las sorpresas sean iguales para todos, con poder regalar sin ningún problema con los papás muñecas a los niños y herramientas a las niñas.
Por eso, cuando en estos días mi hija me dijo, Mami, mi color favorito es el rosado y a renglón seguido en una tienda señaló un artículo ¨de niño¨ y otro ¨de niña¨a mi casi me da un desmayo!!!
Claro que cada uno tiene su camino, claro que yo debo respetar sus gustos, sobre eso no hay discusión, como tampoco la habría si ella decide ser monja y rezar todo el día.
Cuando le conté a una amiga con espanto lo que me había sucedido, me decía muy tranquila, pues, pero eso es algo natural, así vienen ellos y yo realmente me impacté porque me di cuenta que ella en realidad no entendía cuanto colaboraba ella desde su rol de mamá en perpetuar esta cadena, así que le pregunté, ¿cuantas muñecas tiene tu hijo? ninguna, ¿Por qué? y ahí entendió que ella también hacía parte de lo que ¨naturalmente¨ viene en ellos porque no es natural, es impuesto por el medio.
Como papás nos debemos cuestionar como seguimos perpetuando en nuestros hijos una diferencia de genero tan marcada y como aportamos a esto con nuestras pequeñas acciones, porque puede que ahora yo esté hablando de un color, pero seguramente después estaré hablando de que me muero de la risa si veo a mi hijo hombre descubrirse el pene y la masturbación, mientras que si tengo una niña y la descubro masturbándose salgo corriendo a donde un especialista a ver que debo hacer para parar esta actividad.
Otro ejemplo reciente sobre este tema. Hace poco tuvimos que ir a un médico especialista por una situación médica de mi hija, mi esposo fue absolutamente ignorado no solo por la secretaria de recepción, sino también por el médico, quien se extendía en detalles de los cuidados mirándome todo el tiempo sólo a mi, la verdad, fue algo muy incomodo tanto para mi, como para mi esposo, quien a la salida me dijo con toda la razón: ¿Cómo quieren que los papás nos integremos y estemos pendientes de nuestros hijos, si en todos lados nos ignoran y el todo poderoso son las mamás?
¿Habrá muchos papás que dejen todo en manos de las mamás? Seguro que si, pero ¿qué pasa con los que realmente quieren cambiar ese esquema? Realmente siento que también deben luchar mucho por darse el espacio y la posición que quieren lograr.
Como verán, no es un color, es como yo como mamá y como especialista en sexualidad me siento especialmente retada para que mi hija entienda que ella es mujer, pero que vivir la vida plenamente y feliz no depende de su genero, sino de ella y su capacidad de conseguir lo que se proponga en la vida.
La invitación hoy es a desde nuestro propio entorno ayudar a que los niños y niñas entiendan que sus capacidades no dependen del genero, sino de ellos mismos.
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