Llegamos al lugar, nuestro lugar de encuentro, te dije que me iba a dar un baño rápido y aceptaste.

Mientras estaba en la ducha te escuché hablar al teléfono, y cuando salí me dijiste, viene un amigo. Me puse una camiseta y comí algo rápido que había traído.

Llegó tu amigo, mi corazón se quería salir del pecho.

Nos presentaste, y me dijiste, ponte esto y solo esto, y acuéstate en el borde de la cama, me entregaste una máscara para los ojos, sentí como mis manos se pusieron frías, y mi corazón se aceleró aún más.

Me quité la camiseta, me puse la máscara y me acosté.

Pude escuchar como ustedes dos se quitaban la ropa, y yo ansiosa y muy quieta esperé.

Sentí tus manos sobre mis pies, me acariciabas con un poco de aceite, eso me relajó, jugabas con mis dedos, mordías y chupabas, y me fui calentando un poco, sentí movimientos alrededor, era tu amigo, pero no sabía que venía. Sabía que no eras tú, conozco bien tu forma de tocarme, y esta forma era diferente, suave, tímida, aprendiendo, reconociendo cada rincón de la nueva piel que él también tocaba.

Sentí sus manos calientes y con aceite sobre mis hombros, se sentía suave, me relajé aún más, y empezaste a subir el masaje por mis piernas y tu amigo a masajear mis brazos, y mi pecho pero sin tocar mis senos, subiste a mis muslos, temblé y gemí suave, e instintivamente, casi sin ningún control, abrí un poco mis piernas. Las manos de tu amigo comenzaron a masajear suavemente mis senos, a jugar con mis pezones, y mis largas piernas se abrieron aún más, pasaste tus manos sobre mi vulva, casi en un roce imperceptible y gemí.

Sentí que tu amigo, que estaba cerca a mi cabeza, pasaba a mi lado, jugaba con mi seno derecho y rozaba con sus dedos la piel alrededor, y sentí como su verga suave y caliente me rozaba el brazo, gemí, sabía que no eras tú y eso me encendió, abrí mi boca, y el metió su erección en ella, tu te inclinaste, abriste mi vulva y empezaste a jugar con mi clítoris, podía sentir que estaba muy húmeda y sentía tu respiración entre mis piernas, metiste uno de tus dedos dentro de mí, yo chupaba la verga de tu amigo y al hacerlo sabía perfectamente que estabas mirándome, tal como querías, eso me encendió aún más, y él se inclinó a chupar suavemente mis pezones, gemí, levanté un poco la cadera para darte acceso completo a mí, y gemí por orgasmo que me generaba sentir este doble placer. Lo notaste, me conoces bien, así que metiste tu verga dentro de mí, tu amigo no paraba de jugar con mis pezones, yo chupaba frenéticamente su verga y tú me penetrabas fuertemente, escuchaba sus dos respiraciones fuertes, sentí como crecía esa ansiedad dentro de mí, tu amigo bajó una de sus manos a mi clítoris lo frotaba suavemente y tú me penetrabas fuerte, gemías con cada embestida, y yo gemí de placer en medio de otro orgasmo.

Pude sentir como cambiaban de posición, tu verga en mi boca, la reconocí enseguida, ese sabor a mí, comencé a chuparla y tu amigo se acercó a chupar mi clítoris, diferente a como lo haces tú, suave, con movimientos de lengua muy lentos, me excité mucho, gemía, me retorcía de placer, y pararon.

Ahora fue tu amigo quien me penetró, y tu te alejaste, solo pude imaginar tu cara al ver lo que me estaba pasando, sentirme observada por ti me encantó, y rápidamente alcancé nuevamente el orgasmo.

Paramos, pedí parar, estaba muy excitada, y todo roce contra mi piel parecía incrementado, exaltado por la excitación vivida, todas mis terminaciones nerviosas estaban muy despiertas, respiré y tomé algo de agua la sentí fresca, relajante.

Me quité el antifaz que no me permitía verlos y vi a tu amigo de pie contra la pared y a ti acostado en la cama.

Sabía lo que quería hacer, sentía que mi cuerpo me lo pedía, lo que acababa de vivir debía ser rematado de una forma inolvidable, así que me monté sobre ti, con tu amigo viéndonos, y yo disfrutándote, comiéndote, besándote, metiéndote hasta el fondo dentro de mí, tu sabiéndote observado también, mirando como yo, de reojo al hombre que, aunque cerca, nos miraba sin tocarnos, sabiendo que se masturbaba con nuestros movimientos, tuvimos un orgasmo fenomenal ambos gimiendo y entre risas y tu amigo también.

Nos levantamos de la cama y comenzamos los tres a vestirnos y a hablar de lo mucho que nos gustaría volver a encontrarnos, tu amigo comenta que quiere repetir el encuentro acompañado de su esposa, la cual estaba enterada de todo. Debo confesar que enterarme de esto me pareció muy erótico, el solo pensar en un encuentro entre cuatro ya me tiene anhelando vernos nuevamente.

Autor: Pony Perez