Desde temprano te había hecho la maldad de darte, sin que la gente de tu trabajo lo
notara, un lubricante caliente y te había dicho al oído “para esta noche”, así te pasarías la
tarde pensando en lo que te iba a pasar.

¡Entraste e inmediatamente te acosté en el piso de la sala, sobre la esterilla de yoga, subí
al cuarto y bajé con todos nuestros juguetes y desnuda! ¡Me encantó tu cara al verme así!
Me puse a horcadas sobre ti, nadie me quita de mi mente hoy el recuerdo de tu sonrisa al
verme así. Te puse las manos esposadas detrás de tu cabeza y empecé a desabotonarte la
camisa, luego el pantalón, el cual bajé al mismo tiempo que bajé tu ropa interior, y dejar a
mi vista tu verga muy erecta, la cual no toqué, pero admiré en silencio. Sonreíste.

Después, te tapé los ojos, y te puse audífonos con música, para que quedaras aislado de lo
que iba a pasarte, y mientras lo hacía, pude observar lo mucho que te excitabas, no te
había tocado aún y ya estabas cerca de alcanzar el placer.

Comencé a Tocarte lentamente, desde los pies hacia arriba, asegurándome de no tocarte
cerca de tu erección, para despertar así cada uno de los rincones de tu cuerpo, y tu
empezaste a estremecerte bajo mis dedos.

Me acerqué a tu boca y comencé a besarte primero suavemente rozando tus labios y
después con más pasión, chupando tu lengua y dejando que chuparas la mía, gemiste, y
yo me retiré de tu boca y metí en ella mi pezón izquierdo, gemiste nuevamente y
comenzaste a chuparlo y morderlo y yo a gemir contigo.

Me alejé de ti y en los costados de tu tronco puse una botella de hielo para distraer tu
sensibilidad con un poco de frío, logrando que te retorcieras, y en medio de uno de tus
movimientos metí la cabeza de tu verga en mi boca, ¡Gritaste!

Seguí chupando tu verga, llenándola de saliva y masturbándote, hasta que noté que el
orgasmo se acercaba, así que paré y esperé a que recuperaras el aliento. Nuevamente te
distraje con frío.

Fui a buscar el lubricante, y te puse una buena cantidad en el pene, y encendí el vibrador
que fui acercando lentamente hacia tu entrepierna, poniéndolo primero en la base de tu
pene, y a medida que fui subiendo por él, fui aumentando la intensidad del vibrador, hasta
que nuevamente advertí la cercanía de tu orgasmo y paré.

Esperé nuevamente un poco a que te calmaras, y con un poco más de lubricante, me puse
a horcadas sobre ti, y lentamente fui metiéndote dentro de mí, hasta que estuviste
completamente adentro y me quedé sentada así mientras jugaba a apretar y soltar tu

verga con mis músculos internos, gemías como nunca te había visto, así que me levanté
nuevamente y esperé que te calmaras otra vez.

Te quité la venda de los ojos, para que pudieras ver lo que te estaba pasando, pero sin
soltarte las manos ni dejarte escuchar nada, y comencé a masturbar tu verga la cual se
encontraba muy húmeda por mis jugos, y tu empezaste a retorcerte y gemir, hasta que no
aguantaste más y te soltaste las manos.

Me díste la vuelta y me acostaste boca abajo sobre la esterilla de yoga y con tus hábiles
dedos comenzaste a buscar mi punto g dentro de mi vagina. La que gemí entonces fui yo.
Me penetraste fuertemente y comenzamos a movernos, tu adentro y afuera y yo en
círculos, hasta que tuve un orgasmo fenomenal y tu sacaste tu verga de mi vagina, me
diste la vuelta y yo levanté mis piernas hacia atrás para dejarte expuesta toda mi vulva y
mi culo, para que hicieras con ellos lo que quisieras, así que comenzaste a meterme el
vibrador en la vagina y uno de tus dedos en mi culo, y yo comencé a gemir, hasta que te
pedí “penétrame por el culo” y tu suavemente empezaste a meterla hasta que estuvo
completamente adentro. Comenzamos a movernos y a gemir los dos, hasta que sacaste tu
verga y me pediste que me tocara para ti.

Yo con mi mano izquierda frotaba mi clítoris y con mi mano derecha metía el dedo índice
en mi vagina, me pediste que te mirara la verga mientras la tocabas, y con tu mano, te
provocaste un orgasmo fenomenal, que cubrió de leche toda mi vulva y mi culo.

Autor. Pony Pérez