Escúchalo o léelo, tu decides ?

Y sólo fue que pusieras una mano sobre mi cintura para comenzar a sentir la electricidad en todo mi cuerpo; seguimos caminando, hablando y yo sentía que nadie más existía alrededor.

No recuerdo cómo fue que tocamos temas ardientes, quería tenerte más cerca para sentirte, porque ya estaba mojaba más de la cuenta y sólo anhelaba que saliéramos de ahí para irnos a otro lugar y hacerlo así como nos gusta. Lástima que al momento de irnos, algo se presentó y no pudimos ir más allá, así que tuvimos que conformarnos con compartir un rato y comernos con la mirada.  Lo más rico fue que aprovechamos para contarnos las ganas que teníamos y quedar en un día para hacerlo realidad.

Cuando por fin llegó el día, me alisté para gustarte más de la cuenta, pasaste por mí y desde que subí al carro quería besarte, tocarte, que pasaras tus dedos para sentirme mojada e insertar algunos como un día lo hiciste aprovechando mi vestido, así que luego de esos minutos que se me hacían eternos mientras llegábamos a tu casa, de un momento a otro me encontré contra la pared resistiéndome ante ti, cuando toda yo silenciosamente gritaba que arrancarás esa ropa de mí, disfrutar cada segundo, terminar con cara de satisfacción y con los gemidos que algunos seguramente escucharon o se lograron imaginar en que terminaríamos así en el momento en que nos vieron entrar; disimulando las ganas y nuestra relación de “solo amigos”.